Unidad 2: El papel del alumno y el del profesor en el aula de ELE

¡Buenos días!
 
La semana pasada reflexionamos sobre el papel del alumno en el aula de ELE. Tras el estudio de esta nueva unidad podemos llegar a varias conclusiones. En primer lugar, el hecho de que el foco en el proceso de enseñanza-aprendizaje haya pasado del docente al discente es bastante significativo. Esto implica muchos elementos, tales como que la educación se personaliza y se vuelve mucho más individualizada. Pero esto significa que el profesor tiene necesariamente que cambiar su perspectiva y adquirir nuevos hábitos. Estar actualizado y en continua formación nos ayudará. Creo que debemos partir de la observación de los estudiantes, es decir, observar, estudiar y conocer tanto la personalidad del estudiante como sus necesidades, motivaciones y expectativas. Si partimos de esta base podremos crear y diseñar un aula que se ajuste verdaderamente. Esta puede parecer una tarea sencilla, pero me parece todo un reto. 

Estamos tan acostumbrados a que el profesor sea el centro de la clase que considero que es esencial adquirir ciertas estrategias y manejar recursos o herramientas que nos ayuden a llevar a cabo esta tarea. Una buena estrategia sería, dependiendo del tipo de curso, utilizar las primeras sesiones únicamente a conocer a los estudiantes y que estos nos conozcan. Se puede hacer con dinámicas lúdicas, cuestionarios, presentaciones a través de las TIC (utilizando redes sociales, por ejemplo), o encuestas. También nos parece interesante, tal y como aparece en la unidad didáctica, realizar un análisis de necesidades que tenga en cuenta los factores cognitivos, sociales y afectivos del alumno. Creemos que dedicar un tiempo a conocer y establecer el perfil del estudiante y del grupo nos facilitará nuestra tarea como profesores, puesto que tendremos claro cuáles son sus inquietudes, deseos personales y sus expectativas con respecto al aprendizaje de la lengua. Todo esto nos llevará a un aprendizaje verdaderamente significativo.

Otro recurso es el plan de mejora. Podríamos animar a los estudiantes a que trazaran este plan con con objetivos que irán cumpliendo y compartiendo con el resto de la clase. De esta forma serán conscientes de sus puntos fuertes y sus puntos débiles, el alumno se involucraría en mayor medida y contribuiríamos a que fuera más autónomo en su proceso de enseñanza-aprendizaje.

Por otro lado, de todos los factores cognitivos que influyen en el desarrollo del aprendizaje de una lengua extranjera (las creencias, la atención, la memoria, los estilos de aprendizaje, etc.), me quedo con el concepto de mindfulness. El profesor Jon Kabat Zinn nos explica en su vídeo qué es y cuál es su utilidad. Me ha hecho reflexionar sobre las posibilidades de esta práctica, que se ha vuelto tan popular en los últimos años, en un contexto educativo. 
 
Sin haberlo planificado, el curso pasado tuve un acercamiento con el mindfulness en el aula. Impartía clases de Lengua Castellana y Literatura en un curso de primero de Bachillerato. En el último trimestre del curso mis alumnos estaban nerviosos y agotados y decidí utilizar un espacio de las horas de tutoría para parar, pensar, respirar, meditar y reflexionar. El primer día que llevé a cabo la actividad, recuerdo que puse una meditación guiada que encontré en Youtube con el objetivo de que los alumnos se relajaran y fueran capaces de focalizar la atención en una actividad concreta. Se trataba principalmente de respirar. Después pedí que escribieran en un folio en blanco cómo se sentían ese día. Fue una experiencia muy grata, fluyó de tal modo que establecimos ese momento, una hora de la semana, para hacer meditaciones. En las siguientes sesiones continué pidiéndoles una reflexión por escrito sobre quiénes eran, qué cosas les preocupaban, cuáles eran sus sueños, sus objetivos, sus miedos, sus aspiraciones, sus limitaciones, qué esperaban de la vida y todos las preguntas que iban surgiendo durante el desarrollo de estas sesiones. 
La conclusión que extraje de esta experiencia es que, a pesar de que no todos los estudiantes recibieron la actividad del mismo modo, la gran mayoría se adaptó con facilidad a esta dinámica y supieron sacar partido de ella. Les sirvió para tener un espacio de análisis sobre aspectos que no se habían parado a pensar anteriormente y para abrirse y conocerse a ellos mismos. Hubo incluso momentos duros en los que las emociones estaban a flor de piel y salían a flote en forma de lágrimas o bloqueos, pero desde luego fue muy gratificante y emotivo. Estoy segura de que recordarán lo que aprendieron en esas clases y tendrán un punto de partida para continuar en esta línea si lo desean.
Para finalizar, y en relación con el mindfulness, me gustaría destacar la importancia de parar en una sociedad con un ritmo tan frenético. Los acontecimientos de los últimos tiempos nos pasan factura a todos y, en mi opinión, debemos tener muy presente que trabajamos con personas. Aprovechar este tipo de recursos como herramientas para crear espacios de reflexión sobre el aprendizaje y educar las emociones es una oportunidad que quizás, en otros tiempos ni siquiera se planteaba y que los docentes de esta generación tenemos la capacidad de explorar.

¡Un saludo!






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