En esta primera unidad de la asignatura Habilidades docentes y gestión del aula
de ELE hemos podido concretar el perfil de un docente de lenguas extranjeras.
El perfil de un buen docente se basa principalmente en la adquisición y el
manejo de una serie de competencias clave, que según Perrenoud (2001: 509) son
“las aptitudes necesarias para enfrentar efizcamente una familia de situaciones
análogas, movilizando a conciencia y de manera a la vez rápida, pertinente y
creativa, múltiples recursos cognitivos […]”. Algunas de estas competencias son
centrales y comunes a otros profesionales, tal y como establece el Instituto
Cervantes (2012): organizar situaciones de aprendizaje; implicar a los alumnos
en el control de su propio aprendizaje; y, por último, evaluar el aprendizaje y
la actuación del alumno. De las ocho competencias propuestas por el Cervantes,
en esta asignatura nos centraremos en cuatro concretas. Cuando pensamos en el
trabajo que desempeña un profesor no es difícil adivinar que
organiza
situaciones de aprendizaje, lo que significa que crea una oportunidad de
aprendizaje para todos los alumnos.
A priori podemos pensar que es una tarea
fácil, pero se deben tener muchos factores en cuenta para hacerla correctamente:
la previa planificación, el conocimiento del currículo, el contexto, las
necesidades de los estudiantes, la adaptación del nivel, etc. Además, deberá ser
capaz de
implicar a los alumnos en el control de su propio aprendizaje, es
decir, fomentar la autonomía en el discente y crear el espacio para la
reflexión. Este punto me parece complicado en la práctica porque muchas veces
cometemos el error de corregir o no dejar fallar y considero que para poder
llevar a cabo esta tarea con éxito es necesario que el docente organice muy bien
los contenidos y la temporización en función del tipo de curso que se imparta
(en función del número de horas). Creo que impartir clases a un grupo en un
curso de 30 horas nada tiene que ver con los cursos de inmersión o larga
duración. Por otro lado, deberemos ser
capaces de gestionar sentimientos y
emociones en el desempeño de nuestro trabajo, punto que considero esencial en
cualquier docente, especialmente en el de lenguas extranjeras. Tenemos que ser
conscientes de que cada estudiante avanza a un ritmo diferente y en todo
aprendizaje se puede dar un proceso de bloqueo y debemos estar preparados para
ser empáticos, para acompañar y guiar. También es importante que sepamos
reconocer y gestionar nuestras propias emociones y desarrollar la inteligencia
emocional. Por último, el buen docente de ELE deberá
servirse de las TIC para el
desempeño de su trabajo. Este es, en mi opinión, uno de los puntos más
relevantes, puesto que las nuevas tecnologías son una herramienta con muchísimas
posibilidades que forman parte de nuestras vidas y que pueden enriquecer las
clases. Considero que un buen docente sabrá adaptar su uso y seleccionar y
elegir qué herramientas y en qué contexto las va a poner en práctica. Del mismo
modo que elegirá esas TIC, deberá ser consciente y acostumbrarse a no depender
por completo de estas. En este mundo totalmente digitalizado nos hemos olvidado
de que la comunicación real y el aprendizaje significativo de una L2 se hace a
través de una experiencia más sensorial, más rítmica, más “humana”. Destaco de
este primer módulo de la asignatura la necesidad de hacer una reflexión sobre
nuestro trabajo. Observar, analizar, apuntar los resultados, tanto buenos como malos. Aquello que pudo haber salido bien
y no salió, aquello que ideamos pero que no dio tiempo a llevar a cabo, o
simplemente todas las veces que imaginamos y diseñamos una actividad y luego no
sale como esperábamos nos enriquecerá. La reflexión sirve para parar y pensar.
Para ser conscientes de lo que hacemos y observarlo desde otro ángulo. Invertir
un tiempo en esta tarea creo que es una apuesta segura. Y hasta aquí mi post de hoy. Seguiré recogiendo impresiones, sensaciones y pensamientos sobre esta materia.
¡Hasta la próxima!
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